Mes y medio con esto abandonado, no tengo remedio, he estado bastante liado y no os voy a
engañar, también bastante perezoso por así decirlo y quizás un poco falto de
inspiración. Por otro lado el verano no es que haya estado parado, más bien
todo lo contrario, han salido un montón de discos y vienen otro montón más, por
lo tanto estamos de enhorabuena. En fin, circunstancias aparte, que mejor
manera de retomar esto que con una de las grandes bandas que existe en la
actualidad y que mantiene viva la leyenda del rock, si amig@s el pasado mes de
mayo Bobby Gillespie y los suyos volvieron con su décimo álbum de estudio, el
cual, muestra lo mejor de la esencia Primal Scream y eso es para regocijarse en
su escucha, oh yeah!
Primal Scream son testigos y protagonistas, al mismo tiempo,
de la historia de la música independiente
contemporánea, a la que sin duda han contribuido con una concepción del
rock que, supuso toda una revolución en la manera de componer y estructurar la
música, para ello dejaron para la historia Screamadelica (1991), uno de los
mejores discos en la historia del rock por, lo que supuso en la evolución conceptual
del mismo. En plena época de esplendor del Acid House, Bobby y los suyos
mezclaron todas las inquietudes musicales mostradas en sus dos anteriores
álbumes: Sonic Flower Groove (1987) y Primal Scream (1989), con toda la
electrónica que fluía en las raves y estudios de música experimental de la
época en el norte de Inglaterra con Manchester como epicentro, todo acompañado de una nueva cultura de drogas
y hedonismo continuo, el resultado un disco que se ha quedado como el eslabón
necesario para unir concepciones musicales que, parecerían distantes pero que,
sin duda, como ha demostrado el paso del tiempo, tenían un acomodo común.